La idea de crear un banco donde se cuantifique y valore la cantidad de basura que se recoge, acumula y entrega en algún punto viene determinado por la imponderable necesidad de pagar a quien lleva a cabo este ejercicio de responsabilidad.
Decimos que es imponderable porque entendemos que el actual sistema basado exclusivamente en la responsabilidad individual y educación ha llegado a su límite de eficacia tal como nos demuestran las cifras estancadas y por el hecho de que allí donde se incentiva se observa una mayor tasa de reciclaje más allá del nivel de educación medioambiental de la población.
Llamamos basura al conjunto de residuos desechados en el ámbito residencial, comercial, agrícola o industrial y que sin una correcta gestión estarían destinados al basurero, a la incineración o a convertirse en basuraleza.
En cualquier caso el banco estaría especializado, al menos al principio, en lo que es la basura de tipo fundamentalmente residencial y procedente de la hostelería.
Tampoco se concibe para dar salida a la gestión del residuo orgánico, que sin duda con la puesta en marcha del banco hará que el mismo pueda ser utilizado de una manera más cómoda en los digestores individuales o colectivos.
El banco es el encargado de registrar el valor de la basura entregada por una persona física o entidad de cualquier tipo.
El valor que se le da a la basura depende del:
1º Tipo de residuo (plástico, papel, envases, desechos inclasificables, restos,..)
2º Cantidad de residuo (peso)
3º Origen del residuo (viviendas, comercios, hoteles, campo…)
4º Calidad del residuo (estado de la entrega)
Este procedimiento de valoración y admisión se llevaría de forma automática en zonas ad-hoc (ecoparques) usando una plataforma de pesaje automático y escaneado basado en la IA (sistema experto).
Esta es una tecnología que en mayor o menor medida ya está disponible o en desarrollo en las plantas dedicadas al reciclaje industrial con objeto de sustituir la necesaria mano de obra que se emplea actualmente.
El tipo de basura viene marcado por las leyes del mercado que es el que marca el precio del zinc, chatarra, botellas de plástico (PET), tetra, polietileno, polipropileno, PVC, eléctrónica de consumo, etc. El peso de lo entregado acarrea el valor final.
No es lo mismo la basura residencial que la basura resultado de la limpieza de los márgenes de un rio. Esto exige mayor esfuerzo logítico y por ello se valora más.
La calidad (limpieza) del residuo determina su valor. Por ejemplo una bolsa donde venga mezclado las latas de zinc con la botella de plástico tiene menos valor que si se entregan separados ambos materiales. Es previsible que el propietario del residuo hará un mayor esfuerzo en origen para conseguir un mayor valor.
La consecuencia de disponer de una basura ya clasificada (separada) hace posible que este material pueda pasar directamente desde el ecoparque a su tratamiento y conversión en matería prima sin necesidad de ser sometida a ningún procedimiento de limpieza y separación. La fase de reciclado, en lo que respecta a la basura procedente del área residencial, se minimiza.