En España, incluso con las dudas sobre el rigor en los datos que suministramos a Bruselas, seguimos estando muy lejos del objetivo de reciclaje marcado por la UE para el 2030, fijado en el 60%, teniendo en cuenta que hace 20 años apenas alcanzábamos el 18%.
Europa ha hecho saber a España que, además de estancarse con lo que realmente se recicla, también ha aumentado la basura en vertedero controlado lo que vendría a indicar que hay mucha basura recogida por los servicios de limpieza directamente no clasificada (ni separada ni valorizada), que también hay mucha basura con valor que se ubica en el contenedor generalista con destino a vertedero o incineración y, finalmente, que mucha de la basura que se entrega separada en el contenedor amarillo, verde y azul, no tiene ningún valor, no sirve para nada y su destino es el vertedero o la incineradora.
Sin mencionar la basura que llega al medio ambiente es decir los vertidos incontrolados que generam la suciedad debida a la falta de limpieza del territorio. En este caso no hay cuantificación posible a pesar de que a la VISTA ESTÁ de cualquiera. Es imponderable.
El trabajo realizado de concienciación medioambiental desde hace muchos años, incluyendo la rutina de explicar la necesidad de separar en cubos distintos en origen y entregarlos en el contenedor ad-hoc en destino, ha llegado a su limite de eficacia.
Ahora, por fín, se está empezando a hablar y poner en marcha iniciativas de reciclado incentivado, o sea premiar por entregar basura con valor bajo dos tipologías, el pago instantáneo y la acumulación de puntos por buenas prácticas.
Ambos con sus pros y contras que no evitan la basura espacida y que posiblemente la agraven.
El sistema de pago normalmente usando una maquina con un receptor especializado del residuo y un expendedor de dinero abarata la limpieza en grandes eventos localizados y puntuales como los conciertos. Pero esta misma maquina colocada permanentemente en lugares públicos o grandes superficies está expuesta a la busqueda del dinero fácil y al vandalismo.
En cualquier caso queda pendiente la cuestión principal ¿quien pone el dinero compensatorio del retorno teniendo en cuenta que ya hay una tasa que añaden unos (fabricantes), pagamos todos (consumidores) y se benefician unos pocos («ecos», gestores y ayuntamientos)?.
Ni que decir tiene que los sistemas basados en una compensación (social) por acumulación de puntos, aparte de la complejidad tecnológica que conlleva, está basado en premios absolutamente etéreos cuyo valor solo motiva a una mínima parte de la población que seguramente será la que ahora recicla y entrega de forma gratuita. La ya concienciada.
Se está dando la circunstancia de que los receptores principales de la llamada tasa de retorno, es decir las «ecos», se oponen al sistema de incentivo de forma generalizada pues responden al rol del que paga manda y además su trabajo está directamente relacionado con la existencia y recuperacion del residuo por medio del depósito voluntario en el contenedor.
El contenedor es su negocio. Todo lo que no se canalice por medio de «sus» contenedores son perdidas. Y con ello dejan de recibir dinero las subcontratas, es decir los propios Ayuntamientos.