Si en algún momento de la cadena que permite dar una segunda vida a ese papel, envase de plástico o aceite usado, lo contaminamos con otro residuo ajeno, por ejemplo plástico, papel o agua…, estamos convirtiendo un residuo reutilizable (reciclable) en un candidato a ser enviado al vertedero o a la incineración…., salvo que procedamos a separar y clasificar por características los distintos tipos de residuos.
Esto se hace en las plantas de valorización o clasificación donde va a parar todo lo que previamente no se ha separado y que da trabajo a mucha gente.
Sin duda no es un trabajo socialmente deseado y por lo tanto no podamos presumir de que exista por dos razones:
1º- Demuestra lo ingrato que somos no haciendo la labor previa de separar
2º- Si…, con guantes, gorros y máscaras…. pero no se lo deseo a nadie
Como vemos en la cinta que transporta la basura, y en escasos metros, hay tres operarias/os que realizan el trabajo de separar.
Tres personas que obviamente reciben un salario, que como veremos, está muy por encima del valor de lo que finalmente podría ser reutilizado de nuevo.
No valoramos parámetros como la resilicencia que demuestran manipulando la basura ajena que no tiene precio pero eso no es lo que quiero medir en este artículo como tampoco se mide a la hora de contratarlos midiendo su resistencia al asco. Simplemente se les contrata por su agilidad en la cinta transportadora para retirar lo que pudiera ser reautilizado y su resistencia al cansancio. Como salario se les da el minimo pues apenas se exige una cierta experiencia o formación.
Trato de exponer con números que el valor de la minería que hacen con la basura que pasa por sus manos en forma de bolsas totalmente sucias y ajadas es absolutamente ruinosa.
Para que nos entendamos con un simple ejemplo. El aceite de coche de primera vida apenas exige mano de obra directa desde que mana en forma de petroleo del pozo que lo saca de las profundidades de la capa terrestre y llega a la refinería donde un proceso de destilación y añadido de componentes químicos lo convierte en aceite mineral y sintético. Es un proceso muy automatizado, manejado por ordenadores.
El aceite de segunda vida hay que recogerlo primeramente de los talleres. De ahí en adelante todo es trasiego. Convertirlo en aceite mineral es mucho más caro que el primera vida. ¿Hay que reciclarlo?, pues claro.
Centrémonos en la basura residencial. Las entidades propietarias de las plantas que valorizan este residuo no son el paradigma de la cociencia medio ambiental. Son negocios que trabajan asumiendo unos costes en mano de obra, maquinaria, etc que luego nuestros impuestos compensan generosamente. Por eso hay tantas.
Se trata de minimizar el coste de manipulación y de separación aplicando técnicas que van desde electroimanes que separan el metal ferromagnético (latas de conservas) aunque inútiles para el cobre y aluminio (latas de refrescos). Y repelentes para metales diamagnéticos (oro, mercurio, etc).
Estos sistemas son muy caros y solo se justifican en entornos de proceso de separación masivo y orientado al metal pero, como he dicho en el párrafo anterior, inservibles para el aluminio que es el residuo doméstico por excelencia, las latas de refresco, el valor más apreciado en la economía circular.
Por ello mejor separarlo en origen, en el hogar. Veamos los números que lo justifican bajo el prisma del BdlB.