Nuevas vacaciones estivales de una familia más amplia.

Pues esta vez hemos “estirado” las vacaciones todo lo que hemos podido y nos hemos movido por  diversas zonas del territorio nacional en muy poquito tiempo. Vamos a seguir el orden cronológico de los acontecimientos….

En pleno mes de julio, todo la familia preparó las maletas y puso rumbo a Palma de Mallorca. Íbamos a visitar a un familiar nuestro que, reiteradamente, nos había invitado a visitar la isla. El trayecto de ida, de escasos 60 minutos, fue un infierno gracias al pequeño Leo, que protestó todo lo que pudo, saltó, chilló y pegó al pasajero sentado delante de mío. Al igual que Matías en su primera experiencia aérea, fue un auténtico bochorno viajar en avión.

La primera impresión de Alaró, lugar en el que reside mi primo Manolón, fue maravillosa; un pequeño pueblo enclavado en las primeras estribaciones montañosas de la Sierra de la Tramontana y que sirve de entrada a este basto espacio natural donde la imponente cadena montañesa se abraza con el Mar Mediterráneo. Esta unión crea un espacio único, de bosque típicamente Mediterráneo, que llega hasta la orilla del mar, con pequeñas calas de aguas turquesas escondidas entre altas paredes, profundas cuevas, pueblos integrados en perfecta armonía con el entorno…

Muy agradable el centro de la villa, donde se encuentra la Iglesia de Sant Bertomeu, y la plaza que la rodea. Este lugar era el escogido cada mañana para tomarnos un buen pan con aceite y tomate, acompañado de aceitunas y guindillas frescas. Los fines de semana ponen además un pequeño mercadillo donde venden fruta, verduras y las típicas cestas de mimbre que utilizan con regularidad en la isla. Vamos, una gozada dejar pasar las horas en este sitio.

La otra visita obligada es al Castillo de Alaró, desde donde disfrutar de unas espectaculares vistas de la Sierra de la Tramontana y del Valle de Palma.

En la primera jornada completa en la isla visitamos dos puntos cercanos: El primero de ellos fue Cala Deia, una agradable calita de roca donde nos pegamos nuestra primera zambullida en el mar del año. Había bastante gente, lo lógico en julio, y salvo que no se llegue a primera hora de la mañana el aparcamiento puede ser complicado. Tienes algunos divertidos saltos al mar y un interesante recorrido para nadar con máscara y tubo.

Por la tarde paseamos por la generalmente tranquila localidad de Valdemosa, situada en el interior de la parte occidental de la isla. Callejuelas pequeñas empedradas, bicicletas antiguas tiradas sobre viejos muros ,tiendas de alimentación estéticamente impecable….Todo es bonito. Todo es una postal, imagino que mejorada con la llegada del turismo masivo de los meses de verano. 

Cercana a la localidad de Betlem se encuentra una de las calas más bonitas que visitamos en Palma: Cala Na Clara. Aquí pasamos nuestro segundo día. Tras un paseíto de unos 15 minutos, con un vertiginoso descenso final hasta la playa, llegamos a una zona de baño de aguas transparentes, donde se entremezclaban las tonalidades turquesas (de los fondos arenosos) con las más oscuras (campos de posidonia). La playa es de roca, con pequeños mantos de arena, y los pinos cubren la parte superior de los acantilados que resguardan el lugar . Con la puesta del sol los colores cambian y las paredes se vuelven anaranjadas, dándole más calidez si cabe a esta estampa Mediterránea.

Tras un caluroso día de playa decidimos  acercarnos a uno de los pueblos de montaña más bonito de toda la isla; Fornalutx. Está situado en el Valle de Sóller y bajo el cobijo del Puig Mayor. Pertenece a la Asociación de Municipios más bonitos de España. Por algo será…

Nuestro siguiente día transcurrió, enteramente, en compañía de mi primo Manolón en la playa de fina arena blanca de Son Real. Aunque el lugar es bastante espectacular, con tristeza mi hijo Matías y yo comprobamos el nivel de deterioro de nuestros mares. Tuvimos la suerte de contemplar mientras buceábamos un par de cefalópodos que, tristemente, trataban de esconderse de nosotros entre un mar de plásticos. Salimos del agua con las manos y bolsillos llenos de trozos de plásticos de todos los tamaños. Componentes que muchos animales ingieren causándoles una lenta  muerte. Todos los animales de la cadena trófica se ven afectados, desde los predadores más grandes hasta los organismos más pequeños. Incluso nosotros tampoco nos libramos de esta lacra.

El último día, antes de coger el avión de vuelta hacia la península, decimos explorar el norte de la isla, en concreto la Cala San Vicente, cercana a Pollensa. Otra bonita zona pero excesivamente urbanizada para mi gusto. Paradójicamente fue aquí donde encontramos el agua más limpia y más abundancia de especies marinas. Además la orografía de la costa, hizo las delicias de la familia durante nuestro baño.

Mallorca sigue siendo una de las grandes joyas del Mediterráneo pero la afluencia  masiva de turistas, que recibe durante muchos meses al año, amenaza el equilibrio entre desarrollo económico y medio ambiente. Se generan muchos residuos, se demanda agua, hay una inmensa flota de vehículos recorriendo diariamente la isla…………..¿Aguantará Mallorca?

Tras pasar unos días en el tórrido Madrid (¡qué pereza!) Matías y yo decidimos subirnos a los Pirineos para hacernos algún barranco.

Después de instalarnos en el camping de Alquezar, situado a escasos 1000 metros de este hermoso pueblo, decidimos bajarnos a las Pasarelas para pegarnos un baño en el Río Vero. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando comprobamos que esta ruta de escasos kilómetros y la cual habíamos recorrido un año antes sin problemas, se había convertido de pago. El importe es de 4€, cantidad que se destina al mantenimiento de las infraestructuras y a la limpieza del lugar. Sí es cierto que esta medida “disuasoria” es necesaria porque el personal vuelve a ser muy irresponsable con el entorno.

All-focus

La jornada siguiente transcurrió enteramente en una  ruta circular que comenzó con un ascenso parcial del Río Vero, hasta un caos de rocas que nos impidió avanzar. Volvimos entonces sobre nuestros pasos y nos dirigimos al pueblo de Asque, rodeado de bancales llenos almendros y olivos, para finalmente regresar a Alquezar por el puente romano. Una ruta muy atractiva que muestra los más característico de este paisaje pre pirenaico.

Agotados, hicimos un último esfuerzo por acercarnos a conocer Rodellar, mítico emplazamiento para los escaladores deportivos de medio mundo. Vías de roca caliza, desplomadas y sólo aptas para escaladores experimentados. Se respiraba una atmósfera muy auténtica en el pueblo. Muy recomendable tomarse un café de tarde  en el Refugio para Escaladores Kalandraka disfrutando de las vistas de los barrancos que rodean esta localidad.

Por fin, en nuestro último día de estancia, tuvimos la oportunidad de hacer el Barranco de la Peonera con nuestros amigos de Guías de Buenaventura de Alquezar. Lo digo con alivio porque aquellos días, con un clima impredecible debido a las tormentas veraniegas, ponían en riesgo la actividad. En un barranco, cayendo mucha agua, uno no debe meterse por seguridad.

Nuestro último día acudimos a nuestra cita con el barranco. Tiene una aproximación bastante relajada, aunque en los metros finales, hasta el río, el desnivel se acrecienta. Existe un paso donde hay que aferrarse a la pared que está equipada con escalones y agarraderas a modo de vía ferrata.

La Peonera es un barranco acuático, lleno de saltos, toboganes y sifones. Se divide en dos tramos claramente diferenciadas: El Estrecho de los Fornazos, de indescriptible belleza por el encajonamiento del río entre altas paredes, y la parte inferior, pasado las Fuentes de Tamara, donde se encuentran los saltos más imponentes de todo el recorrido. Recalcar que el salto desde la presa de Bierge ha quedado absolutamente prohibido por razones obvias de seguridad. El recorrido total es de unas 5 horas, incluida la parada para almorzar, tiempo en el cual viviremos una alucinación permanente por lo bonito del paraje.

Nuestra última parada vacacional fue en “nuestra segunda casa” en Puente Miera, Asturias. Otra semanita en compañía de la familia, los verdes prados, cabañas, montañas, playas increíbles……En fin, para mí Asturias es un paraíso.

Lo más destacable de esos días fue la segunda edición del Descenso de Sella a Nado en la que participamos. Debido a las malas condiciones climatológicas hubo muchas retiradas antes y durante la carrera, donde la Cruz Roja sacó del agua a los nadadores con más problemas. Es una bonita experiencia este tipo de eventos, porque supone la oportunidad de nadar en sitios normalmente prohibidos.

El resto de la semana suele trascurrir alternándose los paseos en “nuestro” valle, que es un sitio que te atrapa por su belleza, ya que está salpicado de rincones realmente bonitos, y las escapadas a las zonas costeras.

Como siempre, el tradicional concurso de arroces, evento gastronómico indispensable después de tanto cachopo, fabes y sidra, fue un auténtico éxito.

Y quiero cerrar este reportaje haciendo mención a uno de mis restaurantes favoritos; El Tozu, un restaurante que fusiona cocina chilena y asturiana, enclavado en un entorno típico asturiano, con magníficas vistas a los profundo valles que rodean esta localidad de mismo nombre . ¡Indispensable!

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