¿Qué evocan las montañas en tus sentimientos? Concurso Red de Montañas.

 

Me hablan de mi infancia:

Cuando mi padre me despertaba los sábados por la mañana en nuestra casa de Cercedilla, saltaba de la cama para mirar por la ventana y veía un cielo gris plomizo y las furtivas gotas de agua resbalar por el cristal. La aventura nos esperaba.

Me abrigaba, me calzaba las botas y cuando bajaba a la cocina él ya me había preparado el desayuno.

Iniciábamos nuestra ruta ascendiendo por las sendas que conducen hacia el Mirador de los Poetas. Siempre en silencio, porque mi padre afirmaba que es como había que moverse por las montañas. La humedad del suelo también ayudaba a amortiguar nuestros pasos.

Si la suerte nos sonreía, algún animal se cruzaba en nuestro camino; una inquieta ardilla roja entre las copas de los árboles, el ruidoso arrendajo e incluso alguna vez vimos entre el follaje a los majestuosos corzos.

Si los animales eran mi gran pasión, él también me pedía que no desdeñara la masa forestal que crecía a nuestro alrededor. Los bosques de coníferas que se extendían por todas partes. Los robles, moradores de las caras más soleadas. Y de todos los arbustos, mi preferido era el acebo; me traía a la memoria el recuerdo de los primeros copos de nieve y la Navidad en el pueblo.

Entre tantas cosas que observar transcurrían las horas y los kilómetros. Sobre la marcha mi padre decidía qué camino elegir, dependía de la climatología y del reloj. Si habíamos llevado una buena marcha, apurábamos el paso hasta coronar el Puerto de la Fuenfría o algunos de altos cerros que lo custodian. Si por el contrario el tiempo apremiaba, buscábamos un camino de regreso. Cuando esto ocurría, generalmente en los meses más duros del invierno, con días más cortos y fríos, recuerdo que siempre volteaba mi cabeza para contemplar las cumbres nevadas de Guadarrama, y deseaba que mis piernas fueran más fuertes para recorrerlas.

De regreso a Cercedilla, cuando abríamos la puerta de la casa, un rico olor a comida nos daba la bienvenida.  Sopa caliente, un plato fuerte y el recuerdo de las sobremesas frente a la chimenea.

No quiero que mi hijo se pierda esto.

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